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El Reino de los Cielos

Teología para hispanos

Actualizado: 13 abr 2020

El mensaje central de Jesús "El reino de los cielos" tiene todo un desarrollo desde el Antiguo Testamento hasta Jesús que vale la pena considerar para entender a que se refería Jesus.


Escrito por Pedro Andrés Tarazona Jaimes


1. INTRODUCCIÓN El Reino es considerado por la gran mayoría de investigadores como el tema central del mensaje de Jesús y uno de los temas más importantes en la escatología del Antiguo Testamento; sin embargo, su interpretación no se ha caracterizado precisamente por la unanimidad sino por haber adoptado diversos matices a lo largo de la historia. Por esto considero que es importante antes de adoptar cualquier postura al respecto, no solamente conocer las distintas posturas y escuelas que se han creado alrededor de esta cuestión sino también aquello que Dios nos ha revelado tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento acerca de Su Reino. Mi intención con este ensayo es que el lector pueda conocer en líneas generales los aspectos principales acerca del Reino, que encontramos en ambos testamentos; así como la exposición de las distintas posturas que se han planteado acerca de su cumplimiento, finalizando con una conclusión personal acerca de la investigación que he realizado y que intentare plasmar en este ensayo.


2. EL REINO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO Aunque es cierto que en el Antiguo testamento no encontramos explícitamente el término “Reino de Dios”, a lo largo del registro veterotestamentario encontramos varias alusiones que apuntan principalmente a dos nociones acerca del Reino; la primera de ellas hace referencia al malkuth (Reino) como el gobierno soberano de Dios sobre toda la creación. (Salmo 103:19) Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos. Un Reino eterno que perdura para siempre (Salmo 145:13) Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones. La segunda noción del Reino que encontramos en el Antiguo Testamento, hace referencia al Reino redentor de Dios. Ya desde el principio del registro bíblico encontramos la primera alusión acerca de este Reino en forma de promesa de un redentor (Genesis 3:15); Es interesante mencionar que este concepto escatológico, fue tomando distintos matices a lo largo de la historia del pueblo de Dios sin embargo todos apuntaban a una misma realidad el deseo de Dios por redimir la humanidad. Es así como podemos ver una de las primeras manifestaciones de este reino soteriológico en (Éxodo 19:6) en el que Dios a través de Moisés pacta con su pueblo y promete hacer de ellos su especial tesoro y una nación de sacerdotes; desde esta perspectiva podemos hablar de un Reino presente que comienza en Sinaí, que está circunscrito a Israel pero que es la sombra de una esperanza mucho mayor que constituye el Reinado directo de Jehová como salvador y Señor de Su pueblo, esta esperanza futura es principalmente confirmada a través del testimonio de los profetas Isaias y Jeremías, que como mencione anteriormente adopta distintas formas. La primera de ellas es la del Reino Mesiánico que se identifica por el acompañamiento del mismo Dios a través de la figura del Mesías a quien se le llamará Emanuel que significa “Dios con nosotros, tal y como se menciona en Isaias 7:14 “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Así mismo en Isaias 9:6 leemos “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”. La otra faceta que adopta este redentor es la figura de siervo sufriente que podemos ver en todo el capítulo 53 de Isaias “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isa 53:5). Esta debió de ser quizás, bajo mi opinión, una de las formas mas confusas y controvertidas para el hombre del antiguo testamento, quien esperaba con gran anhelo la reestructuración del reino de Israel, la intervención poderosa de Dios frente a sus opresores y el cumplimiento de todas las esperanzas escatológicas bajo la figura de este redentor. Confusa bajo mi entender no porque Dios no hubiese sido claro sino porque quizás conducidos por corazones endurecidos redujeron el plan de Dios a sus necesidades siendo incapaces de comprender que su elección como pueblo y su llamado a ser sacerdotes respondía a un deseo de Dios por redimir a la humanidad. Error del cual ni siquiera hoy como pueblo de Dios estamos exentos de caer. Por ultimo encontramos en el registro veterotestamentario otra referencia a este redentor bajo la forma de “hijo de hombre” en Daniel 7:13-14 “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.”


3. EL REINO EN EL NUEVO TESTAMENTO Aunque como acabamos de ver, en el registro veterotestamentario se menciona un aspecto tanto presente como futuro del Reino, la perspectiva redentora del reino de Dios a los ojos del hombre del Antiguo Testamento era en esencia escatológica, esto es de cumplimiento futuro, ya que es en la figura del mesías que Israel espera el cumplimiento de su redención y el establecimiento del dominio de Dios sobre todas las naciones. La diferencia principal que en este aspecto encontramos en el Nuevo Testamento es que a medida que leemos el mensaje de Jesús acerca del Reino y de su papel como Mesías es evidente que existen dos fases en el cumplimiento de este Reino mesiánico: una presente y otra futura. Una presente en la que el Reino de Dios ha hecho su incursión en la historia de la humanidad a través de la persona de Jesús como Mesías que viene a morir para ofrecer salvación y de quien la Iglesia recibe la potestad para manifestar este reino en la tierra a través de la fe en Cristo y la obra poderosa del Espíritu Santo. Y otra futura, en la que Jesús como hijo de hombre vendrá para juzgar y ejercer dominio sobre todas las naciones, llevando así a cumplimiento las profecías que encontramos en el libro de Daniel. Llegados a este punto, es interesante mencionar la idea de G. Ladd acerca de la duda que se generó en Juan el bautista respecto a la mesianidad de Jesús, ya que según menciona Ladd fue precisamente esta nueva revelación acerca de los tiempos del cumplimiento mesiánico la que genero una duda en Juan el Bautista y que confundió a muchos judíos. “Ahí estaba el problema de Juan; y era el problema de todo judío devoto, incluyendo a los más íntimos discípulos de Jesús, en sus esfuerzos por entender e interpretar la persona y el ministerio de Jesús. ¿Cómo podía El ser el portador del reino mientras el pecado e instituciones pecaminosas permanecían sin castigo? … Este es el misterio del reino de Dios, la verdad que ahora Dios revela por primera vez en su relato redentor. El reino de Dios ha de obrar entre los hombres en dos etapas distintas. El reino que "está" todavía por venir en la forma profetizada por Daniel cuando toda soberanía humana será desplazada por la soberanía de Dios. El mundo aún contempla la venida del reino con poder. Pero el misterio, la nueva revelación, es que este reino de Dios ha venido a obrar entre los hombres, pero en una forma totalmente no esperada. No está destruyendo el gobierno de los humanos; está suprimiendo el pecado de la tierra; está ahora comenzado a traer el bautismo de fuego que Juan había anunciado.”1 A continuación, veremos con más detalle estas dos fases del Reino que hemos mencionado anteriormente.


4. EL REINO ES PRESENTE Uno de los primeros pasajes en los que se nos da testimonio de la incursión del Reino en nuestro tiempo es precisamente la respuesta que da Jesús a Juan el bautista mientras este está en la cárcel. “Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Luc 7:22) Las señales milagrosas mencionadas en este pasaje fueron profetizadas por el profeta Isaias como señales del Reino Mesiánico; por lo que el mensaje de Jesús para Juan es claro. ¡Yo soy quien esperabas, el reino se ha acercado y sus señales están en medio nuestro! Aquí me gustaría mencionar, aunque debo decir que no comparto, la interpretación de Jeremías Joachim de estos versículos, quien piensa que son tan solo un clamor escatológico de Jesús y no una serie de hechos milagrosos realizados en presencia de los discípulos de Juan el Bautista. Otro de los pasajes en los que Jesús expresa claramente “el ya y ahora” del Reino es (Mat 12:28) “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.” En este pasaje Jesús expone la señal milagrosa de echar fuera demonios como la prueba de que el Reino de Dios ha hecho incursión en este siglo, atando al enemigo y arrebatando de su poder las almas de aquellos que se encontraban poseídos por demonios, cosa que hasta ese momento era impensable. Esta incursión milagrosa se confirma cuando Jesús mismo envía y da potestad a sus discípulos para sanar a los enfermos y estos vuelven gozosos porque hasta los demonios se les sujetan. “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.” (Luc 10:17-18) Jesús finaliza este pasaje haciendo una declaración que nos revela de forma magistral lo que ha sucedido en el mundo espiritual como resultado de la incursión del reino en el presente siglo, Satanás y su reino han sufrido un duro golpe, ya que en Jesús se ha abierto la puerta para que hombres y mujeres puedan ser libres de las ataduras demoniacas. Incluso ante sus más acérrimos opositores y perseguidores Jesús no dudo en exponer este misterio acerca del Reino. (Luc 17:20-21) “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.”                                                         Pero no solamente en los evangelios encontramos este aspecto presente del Reino, en el resto del Nuevo testamento encontramos pasajes que confirman esta realidad; es el caso de (Heb 6:5) “y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero” el autor de la carta a los Hebreos a través de su exhortación nos revela un matiz muy interesante acerca del Reino y es que aunque seguimos esperando la venida del “siglo venidero” en el que se dará la consumación gloriosa del Reino, sí que podemos, por la incursión del Reino en la historia, degustar de los poderes del “siglo venidero” aun estando en este siglo que la biblia denomina como el “siglo malo”. Son también las parábolas, el instrumento que uso Jesús para revelarnos este misterio. Así vemos como en la parábola de la semilla se nos habla de los principios del Reino, cuya manifestación casi secreta, de forma muy sencilla y humilde, en un claro contraste con la majestuosidad esperada por los judíos, incursionara en un pesebre, en forma de hombre, expuesto a la debilidad y a la muerte física pero cuya gloriosa resurrección ha resultado en la salvación de incontables almas de toda lengua y nación que por la fe han encontrado cobijo en este Reino. Así mismo, la parábola de la perla preciosa y el tesoro escondido nos hablan de la inminencia de dejar atrás todo en cuanto hemos puesto nuestra esperanza y adquirir aquella esperanza que verdaderamente tiene valor y que ahora es asequible a través de la fe en Cristo. Por otra parte, en el sermón del monte también podemos constatar como Jesús menciona la pertenencia al Reino de los cielos de aquellos que son pobres de espíritu o son perseguidos por causa de la justicia, usando la palabra griega “están” cuya traducción correcta es “es” (presente) y no “será” (futuro) como en el resto de bienaventuranzas.


5. EL REINO ES FUTURO Como pueblo de Dios somos llamados a ser luz en medio de este siglo y para ello se nos ha concedido la bienaventuranza de degustar de forma anticipada algunas de las riquezas del Reino de Dios; sin embargo, la evidencia bíblica es aplastante en cuanto a que el Reino recibirá su pleno cumplimiento no en este siglo sino en otra etapa que la Biblia denomina “el siglo venidero”. Esta, como veremos a continuación, no es una idea que está presente únicamente en el mensaje de Jesús, sino que también haya eco en toda la teología desarrollada por sus discípulos y por ende en la vida de la Iglesia primitiva.  El primer pasaje que me gustaría mencionar para probar la tesis mencionada anteriormente, es quizás uno de los pasajes más chocantes y al mismo tiempo uno de los más reveladores acerca del verdadero fundamento del Reino “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mat 7:2123). Hay dos aspectos interesantes acerca del Reino en este pasaje el primero de ellos es que Jesús nos habla de la entrada al Reino como un evento futuro y el segundo es que encontramos aquí algunas de las señales que menciona el propio Jesús como señales de la irrupción del Reino en nuestra era, pero en este caso, hechas por hombres que no tendrán cabida en el Reino ¿Cómo puede ser esto posible? Esta es una clara advertencia a no fundamentar nuestra fe alrededor de estas señales sobrenaturales ya que podemos ser fácilmente engañados y apartados del verdadero fundamento del Reino que es la fe en Cristo, todo fundamento aparte de este llegado el día del juicio será hallado insuficiente. También encontramos este aspecto futuro de la consumación del Reino en algunas de las parábolas de Jesús, como es el caso de la parábola de la cizaña (Mateo 13:24-30) o la parábola de la red (Mateo 13:47-50) en las que se nos menciona como al fin del siglo los malos serán separados de los justos para que estos últimos resplandezcan en el reino de los cielos, dándonos a entender que será en este tiempo futuro que gozaremos plenamente de todas las riquezas del Reino. Otra de las parábolas que nos habla de este reino escatológico es la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13) en el que se nos menciona el retraso del novio haciendo referencia a este tiempo previo a la segunda venida de Cristo, pero además se nos insta a ser pacientes y en ningún momento desmayar en nuestra esperanza ya que como dijo Jesús a sus discípulos cuando le preguntaron por el tiempo en que se cumpliría esto “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (Mateo 24:26). Por su parte, la teología paulina en sus distintas cartas también comparte esta noción del Reino futuro; quizá uno de los versículos en los que podemos ver de forma más contundente este aspecto es en 1 Corintios 15:50 en el que Pablo nos habla acerca de la resurrección de los muertos y de cómo nuestros cuerpos tal y como los conocemos hoy en estado de pecado no pueden heredar el Reino de Dios ni nada de esta era en su estado de corrupción podrá heredar el Reino de los cielos. De igual manera el apóstol Pedro en su segunda carta confirma que la creación misma debe ser renovada por Dios en una era futura que denomina “el día de Jehová” (2Pedro 3:12-13). De esta forma podemos ver esta tensión del Reino presente y futuro, que Cullmann definió como el “ya” y el todavía no” está viva en el Nuevo Testamento.


6. POSTURAS ACERCA DEL REINO

6.1. San Agustín de Hipona La postura católico romana acerca del reino fue planteada por San Agustín de Hipona, esta identificaba al Reino con la Iglesia; de esta forma el Reino quedaba circunscrito a la cobertura de la Iglesia católico romana y bajo el poder de la su estructura eclesiástica quien era la manifestación de Cristo como Rey en este mundo. Cabe aclarar que en la actualidad esta postura ya no es sostenida ni siquiera por los teólogos católicos.

6.2. Reformadores Los reformadores no prestaron mucha atención al aspecto escatológico ni histórico del Reino solo se limitaron al aspecto soteriologico, en el que cabe anotar el gran aporte de Calvino con su énfasis en la soberanía de Dios generando así una teología teocéntrica del Reino. Sin embargo, podemos afirmar que el Reino no fue una de las preocupaciones centrales de la reforma.

6.3. Adolf Van Harnadk Aunque no negó que Jesús predicara de un Reino escatológico explico este fenómeno como una condición necesaria para empatizar con la escatología de sus contemporáneos judíos, reduciendo así el verdadero sentido del Reino a la relación espiritual del hombre con Dios de cuya relación el hombre recibe poderes para poder vivir bajo una serie verdades religiosas básicas como el amor al prójimo, la paternidad del padre y el valor infinito del alma.

6.4. Johaness Weiss Defiende la idea judía de un reino solamente escatológico que se llevará a cabo a través de  la intervención sobrenatural de Dios y en la que Jesús vendrá en la forma de hijo de hombre celestial.

6.5.Albert Schweitzer Se centró solo en el aspecto escatológico del Reino, defendía que Jesús creía firmemente que había sido enviado para predicar la inminente venida del Reino a sus congéneres y por eso su llamado era al arrepentimiento al ver que el fin no llegaba decidió que debía llevar su pasión hasta la muerte para que así se consumara la venida del Reino, pero esto nunca llego. Albert Schweitzer describe al Jesús histórico como un profeta escatológico que murió engañado.

6.6. Rudolf Bultmann Negó que hubiera alusión alguna en el mensaje de Jesús a la esperanza nacional religiosa que profesaban algunos grupos judíos de aquel entonces y defiende que el mensaje de Jesús se puede identificar con los grupos judíos más apocalípticos, mensaje en el que Dios pone fin al actual curso del mundo y a todo lo malo, trayendo así la redención al pueblo de Dios. Rechazo cualquier aspecto presente del reino, aunque en sus escritos acepta que el reino ha irrumpido de alguna manera en las manifestaciones milagrosas de Jesús; por otra parte, hace énfasis especial en los sacrificios que el Reino demanda de los hombres, no que el hombre pueda hacer algo para que el Reino venga, sino que debe como el comerciante en la parábola sacrificarse para adquirir el Reino.

6.7. C.H. Dodd Dodd quita importancia al mensaje escatológico del Reino, aunque no lo niega y centra sus estudios en algo que será de gran aportación para la interpretación del Reino y es la idea de la entrada del Reino de Dios en la historia humana en la persona y misión de Jesús cumpliéndose así todo lo que los profetas habían declarado en el A.T., esto es lo que Dodd denomina “escatología realizada”.

6.8. Postura dispensacionalista En esta postura se distingue entre los términos Reino de los cielos y Reino de Dios. Cuando Jesús proclamó que el Reino de los cielos estaba cerca hablaba del cumplimiento del reino teocrático terrenal prometido a Israel, sin embargo, debido al rechazo de los judíos al mensaje de Jesús, este introdujo un nuevo mensaje ofreció el Reino de Dios a todo el que crea con lo que se constituyó una nueva familia de la fe, un nuevo Reinado de Dios sobre la tierra. Mientras que El Reino prometido a Israel se cumplirá cuando Cristo venga por segunda vez y se arrepienta.

6.9. Ridderbos, Schnackenburg y Ladd Estos tres autores han definido el Reino en función de la manifestación de la Historia redentora. Estableciendo una diferencia clara entre los aspectos presente y futuro del Reino de Dios. La primera instancia haya su cumplimiento en la misión histórica de Jesús y una segunda instancia que tendrá cumplimiento al final del siglo dando inicio al siglo venidero en el que se dará la consumación final del Reino de Dios.


7. CONCLUSIÓN Después de la investigación que he realizado y que he intentado plasmar de la mejor manera posible en este ensayo, primeramente debo decir que la idea tanto presente como futura del Reino de Dios no es bajo mi parecer un misterio que Dios haya ocultado totalmente al hombre, aunque es verdad que solo con la venida de Cristo este aspecto presente del Reino cobra mayor claridad y mayores dimensiones, podemos ver ya en el antiguo testamento tipologías o formas primitivas de este aspecto del Reino en el pacto que Dios hace con Israel, en el que no solamente les promete una cobertura e intervención especial a su favor, sino que promete hacer de ellos sus sacerdotes si ellos le obedecen. Por otra parte, llego a la conclusión de que, ante la evidencia del registro bíblico, no puedo reducir el Reino ni a una realidad presente ni tan solo a una esperanza futura, sino que considero que debido a que ambas instancias son legitimadas por las Escrituras lo más acertado es reconocer que el Reino se ha introducido en la historia de la humanidad a través de Cristo pero que nos aguarda aun en el futuro su plena manifestación. Considero así mismo que esto debería ser motivo de gran gozo para todo creyente, ya que vivimos en una era en la que aunque la maldad opera en nuestra realidad se nos ha concedido la bienaventuranza de poder vivir según la justicia del Reino, no conformándonos a este siglo, lo cual nos hace portadores y transmisores de una doble esperanza; una presente en la que por la fe en Cristo hayamos libertad de las ataduras espirituales de este siglo malo y una futura en la que nos aguarda la vida eterna y la manifestación gloriosa del Reino de Dios.


8. BIBLIOGRAFÍA

  • GEORGE ELDON LADD, Teología del Nuevo Testamento, Viladecavalls: Clie 2002, pp. 87115.

  • RUDOLF BULTMANN, Teología del Nuevo Testamento, Salamanca: Sígueme 1981, pp. 39-59.

  • GEORGE ELDON LADD, el evangelio del reino, Miami, EEUU: Vida 1985, pp. 11-83.

  • JOSE GRAU, Escatología Final de los tiempos, Viladecavalls: Clie 2013, pp. 47-50, 85-106.

  • JOSE ANTONIO SAYES, libro Escatología, Madrid: Palabra 2006, pp. 25-39.

  • ANTHONY A. HOEKEMA, la Biblia y el futuro, Michigan, EEUU: Desafío, pp. 36-46, 57-63.

  • JOACHIM JEREMÍAS, Teología del Nuevo Testamento, Salamanca: Sígueme 1974, pp.119135.

  • C.H. DODD, el fundador del cristianismo, Barcelona: Herder 1977, pp. 72-73.


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