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Arrio vida y obra - Resumen y comentario al Libro escrito por Rowan Williams

Teología para hispanos

Actualizado: 3 may 2020

Intento objetivo y desprejuiciado de acercase a este personaje que causo tanta controversia en el siglo IV.

Escrito por Pedro Tarazona


WILLIAMS, ROWAN. Arrio Herejía y Tradición. Salamanca: Sígueme. 2014. Traducido por Francisco Javier Molina de la Torre. 271 páginas


Arrio antes y después del sínodo de Nicea

  • Antes de la controversia del 325

Muy poco se sabe de la educación de Arrio, tan solo encontramos el término “colucianista” en una de sus cartas, específicamente en su carta a Eusebio, obispo de Nicomedia. Sin embargo, esta identificación con Luciano no necesariamente implica que fuera su discípulo; existe la posibilidad de que se tratara de un gesto de cercanía con el fin de adquirir mayores apoyos por parte de aquellos que se encontraban dentro del grupo anti-niceno o también podría tener su fundamento en el hecho de que Arrio había estudiado, en Antioquia o Nicomedia, con Luciano.¹


Lo que sí sabemos con mayor certeza es que el arrianismo encuentra sus raíces en un clima de luchas de poder por parte del obispado alejandrino, el cual intenta por todos los medios unificar sin mucho éxito a los cristianos de oriente. Esto queda patente en la carta que escribe Alejandro de Alejandría a Alejandro de Bizancio en la que deja clara la desintegración de la iglesia alejandrina en un conjunto de sectas hostiles entre sí.²


  • Orden cronológico y documentación

En base a los documentos de Opitz, podemos construir los hechos siguiendo un orden cronológico, de la siguiente forma. Profesión de fe de Arrio 320-321 La excomunión formal y deposición de Arrio por parte de un sínodo de Palestina (321) fue seguida inmediatamente por su apelación a Eusebio de Nicodemo (321-322), Alejandro escribe He Philarchos (321-322) a su tocayo en Constantinopla con la finalidad de alertar a las iglesias del Bósforo sobre una herejía que comenzaba a extenderse por Asia. Sínodo de Bitinia (324). Carta de Constantino a Alejandro y Arrio (finales del 324) y Henos Somatos (principios del 325). Carta sinodal del concilio de Antioquia (Marzo 325) 3


Sínodo de Nicea y posterior desarrollo

En el año 325 se celebró uno de los más importantes sínodos en la historia de la Iglesia, el sínodo de Nicea, que en sus orígenes iba a tener como sede la ciudad de Ancira; sin embargo, debido a un cambio de última hora por parte del emperador Constantino, finalmente este se llevó a cabo en Nicea.


Según las fuentes de las que disponemos, asistieron a este sínodo alrededor de unos doscientos obispos. El cálculo que nos da Eusebio de Cesarea, es de doscientos cincuenta obispos, sin embargo este número parece algo generoso. En cuanto a los partidarios de Arrio, Filostorgio menciona 22 de ellos, si los datos proporcionados son correctos, el apoyo de Arrio no era nada despreciable teniendo en cuenta el escaso compromiso teológico en cualquiera de los dos sentidos.4


Sozomeno afirma que eran diecisiete obispos los que respaldaban a Arrio, por lo que es más que probable que de la lista trece nombres estén bien fundados, dos son imposibles y el resto incierto. Sin embargo, lo importante es notar que la condena de Arrio en este sínodo era inevitable.


Uno de los términos de mayor controversia en el sínodo fue el de homoousios (de la misma substancia). Ambrosio nos relata un fragmento de la carta de Eusebio de Nicomedia que fue leída en el sínodo, en la carta, Eusebio menciona su desacuerdo con el sentido del término, al igual que Arrio lo hace en la Thalía. Esto nos confirma que el término ya había sido discutido con anterioridad y que contrario a lo que se suele decir no fue acuñado por el emperador Constantino ni por Osio.


Sin embargo, podemos afirma que fue el propio Constantino el que defendió el término frente a sus opositores, limitándose más a describir lo que el término no quería decir, logrando de esta manera convencer a varios de sus detractores, como es el caso de los lucianistas.5


El concilio recogió, en las cartas que se enviaron tanto a Egipto y Libia, la condena de las ideas de Arrio así como de su persona, siendo excomulgado y privado de su presbiterio, al igual que otros dos obispos más, a saber Segundo y Teona. Estos tres junto con al menos uno de los colaboradores más cercanos de Arrio en Alejandría, el diácono Euzoio, fueron exiliados por el emperador Constantino en el año 325.6


A pesar de las duras medidas adoptadas durante el concilio, muy pronto Arrio y sus compañeros de exilio serían readmitido. En el 326 debido a una serie de acontecimientos contrarios a algunos de los más acérrimos opositores de Arrio, prepararon el terreno para que su situación fuera reconsiderada.


Eustacio de Antioquía, se había visto implicado en un conflicto con Eusebio de Cesarea poco después de Nicea. Acusado de herejía e inmoralidad, así como desconsideración por la familia imperial, Eustacio fue depuesto por un sínodo Antioqueño y exiliado por Constantino en el 327.

Esto junto con la historia que nos relata Rufino, en la que según esta fuente, la hermana del emperador, Constanza debido a una enfermedad que esta sufría, introduce a su capellán arriano al emperador y este después de la muerte de Constanza insta a Constantino a considerar que la fe de Arrio no es muy distinta de la del credo niceno.


A finales del año 327 Constantino escribe a Arrio, citándole a comparecer en la corte de Nicomedia, en la que el emperador expresó a Arrio su sorpresa de que este no hubiera acudido antes, dado que para Constantino lo acontecido con Eustacio era una firme invitación para que Arrio pudiera defender su reputación nuevamente.7


La respuesta de Arrio y Euozoio fue la presentación de un credo mucho más moderado, en el que habla del Hijo como «engendrado del Padre antes de todos los siglos», pero guarda silencio respecto al homoousios. Esto al parecer fue suficiente para el emperador, quien posteriormente escribió a Alejandro para que admitiera de nuevo a Arrio y a Euzoio en Alejandría. A pesar de esto, no existen pruebas de que se hubiera hecho ningún esfuerzo por readmitirlo durante los siguientes años.8


Por esta razón, Arrio en el año 331, decidió escribir directamente al emperador para protestar por esta situación. El error de Arrio en su carta fue mencionar un gran número de apoyos, lo cual hizo pensar a Constantino que Arrio estaba detrás de un cisma dentro de la iglesia. Esto enfureció al emperador quien le llegó a comparar con Ares el dios de la guerra por querer sembrar conflictos y violencia en el seno de la iglesia.9


La respuesta de Constantino incluía un edicto en el que se ordenaba que todos los libros de Arrio fueran quemados y concluía invitándole de nuevo a la corte para que pudiera defenderse. Defensa que se llevó a cabo en el sínodo de Tiro en el año 335.


En este mismo año Arrio fue admitido de nuevo a la comunión. Esto desencadenó una serie de hechos que marcaron el rumbo de la iglesia en Alejandría. El sínodo escribió a Atanasio exigiéndole que readmitiera a Arrio; sin embargo, este antes de recibir la carta acudiría en secreto al emperador para protestar por la decisión, lo cual le acarreó su primer destierro en el año 335.


Dejando a la iglesia de Alejandría sumida en el caos

Cuando Arrio volvió a Alejandría después del destierro de Atanasio, se desencadenaron graves disturbios en la ciudad y se le negó la comunión.


Finalmente en el año 336, en un nuevo sínodo, Arrio se adhirió al credo de Nicea. Puede que Arrio se arrepintiese verdaderamente, pero parece más bien que se esforzó por encontrar una solución pacifica.10


Arrio murió ese mismo año, en circunstancias bastante enigmáticas, aparentemente según nos cuenta Atanasio, este acudió al lavatorio donde murió desangrado por providencia divina ante las oraciones de Alejandro quien, después de recibir la orden de readmitir a Arrio en su comunión, se postró en oración pidiendo a Dios que le llevara a él o a Arrio.11


Teología de Arrio

Los únicos texto completos que se pueden atribuir directamente a Arrio son tres: a) la profesión de fe presentada a Alejandro de Alejandría, firmada por Arrio y once partidarios suyos; b) la carta de Arrio a Eusebio de Nicomedia; y c) la profesión presentada por Arrio y Euzoio al emperador en el año 327.


De estos textos podemos extraer las siguientes afirmaciones acerca de la teología de Arrio:

  1. Solo Dios es ingénito (aggenetos); es inmaterial, de modo que carece de cualquier tipo de pluralidad o composición; no está sometido a proceso natural alguno, ni a ninguna emanación o difusión de su sustancia.

  2. Dios es totalmente libre, racional y tiene un designio.12

  3. Inicia el proceso creativo al hacer que exista el Hijo, como un individuo subsistente verdaderamente (aletos) distinto de él.; esto lo hace «antes de todos los siglo», aunque en cierto sentido el Padre existe antes que el Hijo, puesto que este no es eterno, es decir no es eternamente ingénito.

  4. Merced a la voluntad divina, el Hijo es estable e inmutablemente lo que es, una criatura perfecta, no meramente «uno más entre nosotros»; es el heredero de todos los dones y bendiciones que Dios le ha otorgado, pero, dado que ello es el resultado de la voluntad soberana de Dios, la gloria y dignidad del Padre en modo alguno se ven mermadas por tal don.

  5. Aunque no se detalla el papel del Espíritu santo, la fe católica se define como una fe en tres subsistentes (hypostaseis) divinos.13


En lo que respecta a la Thalía, podemos analizar su contenido a través de las dos obras escritas por Atanasio: Contra Arianos y De synodis. Algunos de los principales postulados arrianos que podemos extraer de ellas serán detallados a continuación. 14


  • Contra Arianos (A)


  1. Dios no fue eternamente padre. Hubo un tiempo en que Dios estaba completamente solo y todavía no era padre; sólo después se convirtió en padre.

  2. El Hijo no existió siempre. Todo lo creado procede de la nada, todas las criaturas que existen, todas las cosas que son creadas. Así pues, la Palabra de Dios misma llegó a la existencia de la nada. Hubo un tiempo en que no existía; antes de hacerla existir, no vivía. También él tuvo un comienzo en su existencia creada.

  3. Por lo tanto Dios- como él dice- solía estar solo (monos), y Su Palabra y Su Sabiduría y todavía no existían. Después Dios quiso crearnos; fue entonces cuando creó algún tipo de ser que denomino Palabra, Sabiduría e Hijo, para crearnos por medio de él.15

  4. Por tanto hay dos «Sabidurías»- dice -; una que es propia de Dios y existe junto con él y la otra el Hijo que ha sido llamada a la existencia en esta Sabiduría, solamente en virtud de su participación en esta Sabiduría se llama al Hijo Sabiduría y Palabra. Dice «la Sabiduría fue llamada a la existencia por medio de la Sabiduría, por la voluntad de Dios que es sabio»

  5. …como todo lo demás, la Palabra está sujeta al cambio; hace el bien todo el tiempo que quiere, en virtud de su libre albedrío. Y luego, cuando le place, también él, como nosotros, puede cambiar, porque es mutable por naturaleza. Por ello –dice- Dios, sabiendo de antemano que sería bueno, le otorgó su gloria de forma anticipada, la gloria que posteriormente poseería como ser humano debido a su virtud. Por ello, a causa de sus acciones, conocidas de antemano por Dios, este le hizo ser el tipo de ser que en realidad es.

  6. Además ha osado decir que la Palabra no es Dios verdadero. Puede ser llamado «Dios», pero no es «Dios verdadero». Solamente por su participación en la gracia, como todos los demás, también es denominado «Dios». En relación con su sustancia, todos los seres son ajenos a Dios y diferentes de él. Así pues, también la Palabra es completamente diferente y desigual a la sustancia y singularidad del Padre.

  7. Sostuvo en la Thalía que el Padre es invisible para el Hijo, y que la Palabra no puede ver o conocer a su Propio Padre con claridad y exactitud, sino que lo que conoce y lo que ve lo conoce y lo ve proporcionalmente a la medida de sus propias capacidades.

  8. Y afirma que las sustancias del Padre, Hijo y Espíritu santo son de naturaleza distinta, ajenas y separadas la una de la otra, desconocidas entre sí y sin participar la una de la otra.16


  • De Synodis (S)


  1. Dios mismo es inefable (arretos) para todos los seres…Lo llamamos ingénito (agenneton) en virtud de aquel cuya naturaleza es engendrada. Cantamos sus alabanzas como aquel sin origen en virtud de aquel que tiene un origen. Lo adoramos como eterno en virtud de aquel que nació en el suceder del tiempo (en chronos)

  2. El que no tiene origen estableció al Hijo como origen de todas las criaturas. El Hijo no posee nada propio de Dios, en el sentido estricto de propiedad, pues no es igual a Dios, ni tampoco es de la misma sustancia (homoousios).

  3. Dios es invisible para todos, invisible para lo que es creado por medio del Hijo, invisible para el Hijo mismo: expondré con sencillez como el invisible es visto por el Hijo. Es en la potencia por la que Dios mismo puede ver, pero en su grado correspondiente.

  4. O una vez más: existe una trinidad de glorias desiguales, pues sus hipóstasis no se mezclan entre sí.

  5. Para el Hijo resulta imposible sondear los misterios del Padre, que existe en sí mismo; pues el Hijo ni siquiera conoce su propia sustancia, dado que siendo un hijo, alcanzó verdaderamente su hipóstasis por la voluntad de un padre.

  6. Pues claramente aquel que tiene un comienzo en modo alguno está en disposición de abarcar en su pensamiento o de captar a aquel que no tiene comienzo por ser en sí mismo.


Cuando analizamos ambos documentos podemos ver grandes similitudes entre ellos, quedando clara la prioridad y distinción entre Dios y el Hijo, este último se presenta como un ser creado por Dios recibiendo toda la gracia que Dios le ha dado de acuerdo a su esencia.


El tema más prominente en la Thalía, según estos documentos, es la incognoscibilidad del Padre. El Hijo es incapaz de conocerse a sí mismo, ni al Padre en su Plenitud, como solo El padre se conoce a sí mismo. Esta doctrina más que desprestigiar al Hijo lo que parece intentar es recalcar que el Hijo ha sido creado y que por tanto necesita la gracia del Padre para cumplir con su misión.


Arrio siguiendo a sus predecesores alejandrinos echa mano de la filosofía para sentar las bases de su concepción de la revelación, en la que según él, Dios debe ser incognoscible en su esencia para que así pueda ser libre para crear donde y cuando quiera, exento pues de cualquier limitación.


Vemos claramente en estos postulados algo muy propio de Arrio y era su convicción de que si la dilucidación intelectual por parte de maestros cualificados no contradecía la regla fundamental de fe, resultaba en una crítica positiva para la práctica religiosa de la iglesia, generándose así una tensión entre lo católico y lo académico.17



EL LEGADO DE SUS PREDECESORES ALEJANDRINOS

  • Filón

Podemos trazar cuatro líneas comunes entre Arrio y Filón. La primera de ellas es la insistente preocupación por la libertad y la gracia divina en lo que respecta al acto creador de Dios. La segunda de ellas tiene que ver con la función del Logos como mediador de los dones de Dios ante la creación. Y por último tenemos la teología negativa o apofática que encontramos en ambos en lo que respecta al conocimiento de Dios, una cosa es pues conocer lo dones de Dios y otra a Dios mismo.


Por tanto podemos reconocer la aportación de Filón en el cimiento de algunos principios que fundamentaron la tradición teológica alejandrina, y que claramente fueron heredados por Arrio.18


  • Clemente

Quizás lo más destacado de Clemente en cuanto a su posible influencia sobre Arrio, es la terminología que ambos utilizan. Esto se explica porque Clemente es uno de los principales exponentes del llamado cristianismo académico.


Por tanto no hablamos tanto de una influencia directa de contenido, sino más bien de un círculo académico que compartía sus formas.19


  • Orígenes

Orígenes quién fue quizás uno de los escritores alejandrinos más prolíficos tiene en común con Arrio, el desprecio por el término homoousios, la imposibilidad de dos principios increados, autónomos y del mismo orden, así como la idea de que el Hijo ha salido de la substancia del Padre.


Sin embargo, no coincidieron en cuanto a la atemporalidad y eternidad del Hijo propuesta por orígenes y negada por Arrio al afirmar un principio temporal del Hijo como primer ser creado. También discrepan en la relación necesaria que plantea Orígenes entre el Hijo y el Padre, llegando a considerarla intrínseca a la vida divina como tal. Mientras que Arrio creía que la existencia del Hijo estaba ligada al acto creador de Dios, siguiendo así la tradición que se remonta a los apologistas.20


Es también una herencia de Orígenes, el método exegético utilizado por Arrio. Como primer maestro alejandrino en exponer las Escrituras de forma extensa y en hacer frente a los pasajes bíblicos más controvertidos, dejando que la exégesis de las Escrituras resuelva toda posible contradicción, el legado de Orígenes está claramente anclado en la tradición alejandrina y por consiguiente en el propio Arrio.21

  • Conclusión


Arrio es un teólogo que se puede encuadrar en un perfil conservador dentro de la tradición alejandrina, heredando de sus predecesores dos preocupaciones fundamentales la incognoscibilidad de Dios y su capacidad única para superar el orden de lo creado. Preocupaciones que podemos resumir en libertad y racionalidad de Dios.


Así pues con la incorporación de Arrio en la esfera teológica, se entrecruzan una serie de líneas teológicas que Arrio concreta y define dentro de lo que conocemos hoy como arrianismo.


Arrio no pretendía alcanzar un consenso teológico sino que era más bien un pensador personal, sin embargo al recoger muchas de las preocupaciones presentes en sus contemporáneos, se convierte en imagen visible de muchos que comulgaban con sus ideas.22


Es importante notar que con esto el autor no esta intentando obviar la herejia detras del arrianismo sino mas bien intenta de forma objetiva y desprejuiciada mostrarnos algunos aspectos que no solemos tener en cuenta a la hora de acercarnos a la vida y obra de este teólogo alejandrino.


  • Listado de citas bibliográficas

  1. ROWAN WILLIAMS, Arrio Herejía y Tradición. Pág. 44-45

  2. Ídem. Pág. 61

  3. Ídem. Pág. 64

  4. Ídem. Pág. 84-85

  5. Ídem. Pág. 86-87

  6. Idem. Pág. 88

  7. Idem. Pág. 92

  8. Ídem. Pág. 92-93

  9. Ídem. Pág. 95

  10. Idem. Pág. 98

  11. Ídem. Pág. 99-100

  12. Ídem. Pág. 116-118

  13. Idem. Pág. 118

  14. Ídem. Pág. 119

  15. Ídem. Pág. 120

  16. Idem. Pág. 122-123

  17. Ídem. Pág. 125-131

  18. Idem. Pág. 139-146

  19. Ídem. Pág. 154-155

  20. Ídem. Pág. 156-175

  21. Ídem. Pág. 174-175

  22. Ídem. Pág. 205-208

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